Invertir en bitcoins: ¿CFD o cartera de criptomonedas?

A finales de 2017, los hermanos Winklevoss eran recuperados del olvido al que les relegó Zuckerberg tras indemnizarles con una buena ristra de millones por ‘robarles’ la idea original de Facebook. Los titulares eran bastante concretos, y hablaban de los gemelos como los primeros multimillonarios del bitcoin, que por aquellas fechas alcanzaba los 11 000 dólares por unidad.

Una cifra que habría sido histórica si no hubiera estado en mitad de un rally vertiginoso que llevó al bitcoin a rozar los 19 500 dólares pocas semanas después. Teniendo en cuenta que en enero de 2013 se podían comprar bitcoins a 13 dólares, no hace falta ser un lumbreras para comprender por qué todo el mundo se volvió loco, metiéndose de cabeza en el fascinante universo del trading de criptodivisas sin llevar siquiera una calculadora en el bolsillo.

Lo que no sabían los traders novatos que respondieron al canto de sirenas del bitcoin es que la volatilidad es inherente al criptomercado. De ahí que, en apenas un mes, el bitcoin se desplomara, cayendo hasta los 9000 dólares. Una cifra que sigue siendo bastante atractiva para los que apostaron por la moneda de Nakamoto cuando su careo con el dólar era irrisorio. Para los que se subieron a la ola en el pico de diciembre de 2017, fue un absoluto desastre.

Comprar directamente las criptomonedas

La principal diferencia entre los que siguen sacando beneficio al bitcoin y los que se llevaron el susto de su vida a finales de 2017 es simple. En general, los primeros responden a un perfil de inversor que busca oportunidades a largo plazo. Vamos, que compraron un buen número de bitcoins cuando valían poco y mantuvieron su cartera de criptomonedas a buen recaudo esperando a que se revalorizaran.

Eso sí, hablamos de una forma de operar que entraña ciertos riesgos, tales como la falta de regulación en su comercialización. Aunque actualmente ya se empiezan a ver esfuerzos en diferentes países para poner orden en la compraventa de criptomonedas, pero cuando el bitcoin no valía ni 100 dólares había que sumergirse en las profundidades de la Red para adquirirlas en una casa de cambio online que no contaba con ningún tipo de supervisión.

Todavía más incierta era la seguridad a la hora de almacenarlas. Lo habitual era (y sigue siendo en muchos casos) conservar la cartera de criptomonedas en la misma plataforma de intercambio donde se adquirían. También se puede recurrir a un wallet, que, como su propio nombre indica hace las veces de billetera electrónica. Con el tiempo se han desarrollado wallets de todo tipo, fusionando software, hardware e incluso papel impreso.

La pregunta lógica ahora es: si la falta de regulación de las plataformas de intercambio de criptomonedas y la supuesta inseguridad de las carteras de criptomonedas eran el problema, ¿por qué los que se atrevieron tradear con brókeres regulados acabaron tan desencantados? Principalmente porque operaron con CFD (contratos por diferencia), un instrumento que tiene sus ventajas, pero que hay que saber manejar para sacarle partido.

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¿Cómo funcionan los CFD de criptomonedas?

De entrada, operar con CFD, ya sea sobre divisas tradicionales o criptodivisas, implica un desembolso ligeramente mayor que el necesario para la compra de criptomonedas en los exchanges. Principalmente, esta diferencia se debe al spread y el swap, costes vinculados respectivamente a la apertura de las operaciones y el mantenimiento de las mismas durante más de un día. Eso sí, lo que se deja en comisiones del trader, lo gana en seguridad; siempre y cuando hablemos de brókeres regulados.

La compraventa de bitcoins se produce única y exclusivamente en la plataforma de trading, y eso se traduce en una menor vulnerabilidad a los hackeos perpetrados por los ciberamigos de lo ajeno. Por no hablar de la extrema vigilancia que ejercen organismos como la CNMV, el CySEC o la FCA. La única contrapartida es que el trader no dispone realmente de las criptomonedas; es decir, no puede hacer uso de ellas mientras se encuentren en la plataforma de trading.

La cuestión es, si es seguro, ¿dónde está el peligro? Primero, en el apalancamiento, gracias al cual puedes manejar cantidades astronómicas con un capital inicial infinitamente reducido en comparación. Segundo, en la ya mencionada volatilidad del bitcoin. Dos variables que conforman una auténtica bomba de relojería que puede reventar la cuenta de un pequeño inversor en un abrir y cerrar de ojos. El lado positivo de este binomio es que, con una buena estrategia y un estudio concienzudo del mercado se pueden realizar operaciones intradía con buenos resultados, incluso si el bitcoin se devalúa (operando en corto, por supuesto).

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