El coche autónomo ruso planta cara Google
El coche autónomo es un proyecto que está en marcha desde hace años y al que grandes empresas de automoción y tecnológicas se han ido sumando con el paso del tiempo. Waymo, por ejemplo, es el prototipo de vehículo autónomo de Google, que ya ha aparecido en los medios de comunicación por provocar o participar en accidentes de tráfico.
Como ocurría en los años 60 con la Guerra Fría y la carrera espacial, son las dos grandes potencias mundiales, Estados Unidos y Rusia -dejamos a un lado China-, las que encabezan los avances en el desarrollo del coche autónomo.
A priori, y especialmente desde una visión más occidental, Estados Unidos parece tomar cabecera, pues en este país General Motors ya ha pedido permiso para fabricar coches sin volante. Sin embargo, todo es cuestión de perspectiva, pues en Rusia los avances son también bastante significativos.
El rival de Google en Rusia, Yandex, cuenta desde 2018 con un servicio de coche autónomo. A esto se suma los avances en el último salón CES de Las Vegas, en donde la compañía consiguió adaptar un Toyota Prius convencional para convertirlo en un coche sin conductor que se movía sin causar ningún tipo de peligro por la ciudad estadounidense durante la convención.
Estados Unidos y Rusia encabezan los proyectos de vehículos autónomos porque en Europa existen muchas limitaciones a la hora de permitir pruebas de vehículos autónomos en vías públicas, algo esencial para el desarrollo de esta tecnología. Así lo afirma Dmitry Polishchuk, el jefe del proyecto de conducción autónoma de Yandex.
Contenido
Los retos a los que se enfrenta el vehículo autónomo
El futuro de la automoción pasa por una transición ecológica a la que, según muchos expertos, ya se llega tarde. Los combustibles fósiles han alcanzado ya su máximo grado de extracción y desde los diferentes gobiernos se impulsan medidas para sustituir los actuales parques automovilísticos por vehículos más respetuosos con el medio ambiente.
Los vehículos híbridos, los coches eléctricos y, en un futuro cada vez más cercano, los coches autónomos parecen ser la solución a la crisis ambiental, en especial a la causada por la movilidad. Si bien los problemas a los que se enfrenta el vehículo autónomo son diferentes a los que poseen los coches eléctricos, la realidad es que muchos meten en el mismo paquete ambas tecnologías, por tratarse de una evolución tecnológica más.
Yandex lleva probando la conducción autónoma en Moscú y otras partes de Rusia desde al menos 2016, pero el pasado mes de enero, la compañía optó por dar un golpe sobre la mesa y testar su tecnología en Las Vegas.
Un equipo de ingenieros de la potente empresa rusa tardó cinco semanas en adaptar un vehículo no autónomo, un Toyota Prius, para que pudiera moverse por la ciudad de manera autónoma. El gran desafío de los ingenieros fue adaptar los diferentes algoritmos a cada localización.
En sus demostraciones por Las Vegas, el vehículo adaptado por la empresa rusa para circular de manera autónoma llevaba únicamente un ingeniero de seguridad tras el volante encargado de controlar el freno y responsable de que todo saliera bien. El vehículo llegó a alcanzar los 72 km/h y tuvo que esquivar a un peatón que cruzó mirando su teléfono móvil. A pesar de circular con un ingeniero tras el volante, el coche frenó solo.
El objetivo de Yandex es continuar sus pruebas para expandirse en el sector del vehículo autónomo. Por ello, en marzo de este año ha alcanzado un acuerdo con la empresa coreana Hyundai para fabricar un prototipo de coche sin conductor. Además, las dos compañías tienen previsto desarrollar un sistema de control autónomo que podría implementarse en vehículos de otras marcas.
Los problemas del coche autónomo de Yandex
Los avances con el coche autónomo son esperanzadores, pero todavía es pronto para ver circular por las ciudades y carreteras vehículos sin conductor. Hasta el momento, el principal problema a la hora de testar los vehículos autónomos en Rusia es la dificultad de reconocer las señales por su pequeño tamaño, algo que ocasiona errores hasta en un 60% de las pruebas llevadas a cabo por estos coches.
Un segundo aspecto que imposibilita el desarrollo a corto o medio plazo del vehículo autónomo es la densidad de carreteras públicas asfaltadas en el país más extenso del mundo, que apenas supera los 30 km por cada 1.000 kilómetros cuadrados de territorio.
En la actualidad, en algunas ciudades de Rusia ya se puede pedir a través de una app un taxi sin conductor de manera gratuita, aunque acompañados de ingenieros en el asiento del copiloto. Polishchuk afirma que pueden pasar de tres a cinco años antes de que el sistema de conducción autónoma esté listo para la producción en serie.