El concurso de acreedores, herramienta ante la insolvencia empresarial

En el mundo de los negocios, es algo bastante habitual que se dé el caso de una empresa que atraviesa una delicada situación económica. Las deudas y la falta de ingresos pueden derivar en problemas de los que es difícil salir, pero para los cuáles, desde el punto de vista legal, pueden existir diferentes herramientas. Llegado el momento, la mejor decisión es ponerse en manos de una consultoría estratégica, es decir, acudir a profesionales como Ígor Ochoa, reconocido experto internacional en gestión de crisis de la consultora Dipcom Corporate.

El concurso de acreedores como solución a las deudas

Entre todas las herramientas que sirven para seguir adelante frente a una situación económica difícil, destaca el concurso de acreedores. Una figura que ha ganado protagonismo mediático durante los últimos años, sobre todo a su presencia en el mundo del fútbol, pero que es una medida común en el mundo empresarial en general. Cuando una entidad se encuentra ahogada por las deudas y no consigue encontrar una solución mediante sus ingresos, está, como se suele decir, entre la espada y la pared.

Es en ese momento en el que la dirección debe decidir qué camino tomar: ir hacia la liquidación o buscar soluciones para mantener la empresa a flote y dar con un camino hacia la viabilidad económica. Si los responsables de la entidad eligen la segunda opción, una medida importante sería acogerse a la Ley Concursal, es decir, entrar en concurso de acreedores, un proceso por el cual acordar una reestructuración de la deuda.

¿Qué es el concurso de acreedores?

El concurso de acreedores es, en esencia, una herramienta legal a la que las empresas recurren ante un contexto económico de difícil solución: cuando las deudas son inasumibles por la entidad y se necesita de una salida negociada para seguir en funcionamiento. Esta “salida negociada” se denomina convenio de acreedores, que es el fruto de una negociación entre la empresa implicada y sus acreedores.

Dicha negociación consiste en una reestructuración de la deuda, es decir, en acordar una quita de la deuda para reducirla a una cantidad asumible, a buscar un nuevo calendario de pagos para convertir los plazos en otros más flexibles, o incluso en capitalizar la deuda. Es decir, en convertirla en acciones de la empresa, algo que ha sucedido comúnmente en los clubes de fútbol que, como Sociedades Anónimas Deportivas, se han acogido al concurso de acreedores.

Un nuevo contexto económico

El objetivo final del concurso de acreedores es alcanzar una nueva situación, un nuevo contexto económico que satisfaga a todas las partes. Por un lado, la empresa deudora tendrá más facilidades para cumplir con los acreedores, y estos verán también sus deseos de recuperar su dinero en las nuevas condiciones acordadas. De esta forma, la entidad en apuros económicos tendrá, gracias al convenio de acreedores, oxígeno extra para regularizar su economía y, al mismo tiempo, enderezar el rumbo hacia la rentabilidad.

El administrador concursal: la figura primordial

Para hablar del administrador concursal es conveniente hacer mención antes al preconcurso de acreedores. El preconcurso, como su nombre indica, es una medida que puede tomarse de forma previa al concurso, un periodo de tiempo en el que la empresa negocia por sí misma con los acreedores una reestructuración de su deuda. Si no consigue un acuerdo satisfactorio, será entonces cuando entre en concurso de acreedores, un proceso en el que ya interviene la autoridad judicial.

Solución a las deudas

Y es justo en este punto donde radica la principal diferencia y donde hace acto de presencia un elemento fundamental: el administrador concursal. Se trata de una figura que un juez asigna para tomar las riendas de la empresa ahogada por las deudas para reconducir la situación y llevar a cabo las negociaciones. Es decir, en el concurso, no es la empresa quien lleva la iniciativa, sino que es el administrador concursal el encargado de negociar acuerdos con los acreedores para alcanzar el convenio.

Una nueva figura de poder dentro de la empresa

Precisamente, por esa responsabilidad de tener que llevar el dominio de las negociaciones, el administrador concursal absorbe, desde su entrada, las funciones de la dirección de la empresa. Además, debe tener en su poder el absoluto conocimiento de la economía de la entidad, para disponer así de toda la información necesaria para alcanzar acuerdos factibles con los acreedores.

Básicamente, cualquier movimiento que se produzca en la empresa y afecte a sus arcas, deberá contar con el visto bueno y la aprobación del administrador concursal. En él recae, por orden judicial, la responsabilidad y la tarea de lograr un nuevo contexto económico que permita a la entidad seguir a flote y cumplir frente a sus acreedores.

El concurso de acreedores, una ley mediática

Como se ha comentado con anterioridad, la Ley Concursal o concurso de acreedores es un proceso habitual en el mundo empresarial pero que, hasta hace unos años, no se conocía a nivel mediático. Hoy esto es diferente gracias al fútbol: con la conversión de la mayoría de clubes de Primera y Segunda División en Sociedades Anónimas Deportivas, los clubes han pasado a ser empresas, por lo que se ven expuestos a los mismos problemas que otro tipo de entidades.

Clubes históricos, como el Deportivo, el Zaragoza, el Elche o el Celta, entre muchos otros, han recurrido al concurso de acreedores para superar baches económicos importantes que podrían haber traído graves consecuencias, incluso la liquidación. Sin embargo, gracias al proceso de la Ley Concursal, hoy continúan con su actividad, al igual que otras tantas empresas que en su día, ante las deudas, se acogieron a esta medida.

En conclusión, el concurso de acreedores es una alternativa más que beneficiosa para aquellas empresas que, ahogadas por las deudas, tienen difícil mantenerse vivas. La Ley Concursal, pese al respeto que impone, debe ser vista como una herramienta con la que encontrar un camino hacia una solución, más que como un estigma que anuncia un triste final.

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