Cómo hacer de los masajes una buena técnica terapéutica
Los masajes son una de las primeras terapias terapéuticas que inventó el ser humano para paliar dolencias musculares y de las capas superficiales de la piel. Su origen se remonta al Antiguo Egipto, donde era considerada como una práctica de salud.
La masoterapia ha sido practicada por diferentes civilizaciones a lo largo de la historia, lo que ha servido para ampliar en el conocimiento de esta técnica. No obstante, no fue hasta bien entrado el siglo XX cuando la actividad se profesionalizó.
En la actualidad, existen masajes de todo tipo, los más enfocados a la salud, los llamados masajes terapéuticos, hasta masajes relajantes o los conocidos masajes eróticos. Con el objetivo de sacar partido de los masajes, os indicamos a continuación algunos consejos para potenciar los efectos de la masoterapia.
Contenido
Utilizar aceite para la primera toma de contacto
El “masajista” debe en primer lugar rociar sus manos y muñecas, hasta llegar prácticamente al antebrazo, con aceite (sea cual sea el que se elija). A partir de ahí, la mano del masajista se posa sobre la región lumbar de la espalda y el aceite se vierte entre el pulgar y el resto de los dedos. Poco a poco se desliza el aceite en un recorrido ascendente repitiendo el proceso cada vez con menos aceite.
Este paso durará de 1 a 2 minutos, lo suficiente como para realizar el masaje y tener en todo momento untuosidad en las manos y en las zonas donde se practica el masaje.
Fricciones y amasamientos, los movimientos principales
En un masaje se diferencian dos movimientos principales: las fricciones y los amasamientos. Las fricciones se basan en movilizar de manera transversal los planos superficiales de la piel y la musculatura. Entre las fricciones se diferencian las palmarias, las cubitales y las practicadas con el antebrazo.
Los amasamientos son movimientos elaborados con los dedos y la palma de la mano. Consisten en avanzar con el pulgar arrastrando hacia el resto de los dedos. A continuación, la palma de la mano es la que presiona sobre la musculatura que se desea trabajar.
En un masaje para la espalda, no es fácil responder a la pregunta de Cómo debe ser un buen masaje, pero una buena idea para dar un buen masaje es comenzar por los glúteos, el cuadrado lumbar, las fibras de trapecio, el cuello, los hombros y de nuevo el trapecio.
Para finalizar como todo un experto, el masajista puede concluir esta fase con amasamientos digitales y nudillares en movimientos centrípetos y centrífugos, es decir, hacia fuera y hacia dentro, pero siempre de manera suave.
Movimientos rápidos y con presión suficiente, pero sin dañar al masajeado
Tras la fase de fricción y amasamiento, o de manera transversal a ella, otra técnica interesante a practicar en los masajes es la de la presión. Se trata de movimientos rápidos y vigorosos hacia adelante que se realizan empujando la piel longitudinalmente en una sola dirección. Los pulgares presionan la zona media de la columna vertebral ascendiendo por la espalda hasta llegar hasta las cervicales. Esta técnica se puede mantener de 3 a 5 minutos, pero siempre con presión moderada, sin provocar daño ni dolor.
Los golpecitos, las percusiones
La habitual técnica de dar golpes en los masajes se denomina técnicamente “percusión”, mientras que en inglés es “flapping”. Consiste en juntar las manos y golpear de manera rítmica la piel, con un palmeteo cóncavo, golpes suaves con el puño, cacheteos moderados y tecleteos (utilizar los dedos).
Esta fase debe durar de 5 a 7 minutos y solo han de ponerla en práctica los profesionales o los conocedores de la técnica, pues son los que realmente conocen la intensidad de los golpes.
La fase de vaciado
Para ir finalizando el masaje la dinámica a seguir es contraria a la del inicio. El recorrido en este caso es descendente, desde el cuello y los hombros hasta el centro de la espalda y de ahí a los costados y la zona inferior.El vaciado continúa con rotaciones y movilizaciones en las que son los dedos los que juegan un papel más protagonista. Todos los masajes, tanto en la espalda, las piernas, las manos, los brazos, el cuello, los pies, o cualquier otro área corporal, responden a una dinámica muy similar, aunque en cada caso hay que adaptar estas fases.